4.4.11

Érase una nariz a una reina pegada...

Aprovechando que hace buen tiempo y un sol estupendo, se me ha ocurrido hablar de ella, de la hija del Dios Sol, de Cleopatra.
Son tantos las historias sobre Cleopatra, tantas las películas y actrices  con demasiado eyeliner que la han interpretado, que uno al final ya no sabe a que atenerse.
Hablando de las actrices, si tuviera que recomendar a una de ellas, sin ninguna duda escogería a la joven y desconocida Lyndsey Marshal, de la serie Roma. No sólo por su interpretación, que me parece impecable, sino porque estoy segura que Cleopatra no tenía nada que ver con estas divas Hollywoodienses que parecían clientas asiduas de un “Compro oro”, sino que más bien sería parecida a Marshal, pequeñita, de facciones marcadas y pelo cortito, que para eso están las pelucas echas con las melenas de las esclavas.
Higiénico, fácil e intercambiable, todo son ventajas.


Lyndey Marshal, una Cleopatra del siglo XXI

Por lo que dicen los escritos, Cleopatra era una mujer terriblemente astuta y seductora, y aunque siempre se la ha querido ver como un bellezón, en realidad era más fea que pegarle a un padre. Pero tenía personalidad, mucha maña, una voz persuasiva y usaba sus armas de mujer con mucha habilidad.  
Además, era una persona extremadamente culta, y aunque había sido instruida en una educación griega, como era tradición por aquél entonces en la familia real egipcia, fue la primera en aprender el egipcio. También tenía conocimientos de literatura, música, política y matemáticas. Una joyita de mujer vamos.
No hace falta decir que dos grandes hombres como Julio César y Marco Antonio cayeron rendidos a sus pies y le dieron bastantes hijos como prueba.

Cleopatra ascendió al trono después de una guerra civil contra su hermano y marido (algo muy común) de doce años (algo también muy común), Ptolomeo XIII. Para conseguir ser reina de Egipto contó con la ayuda de Julio César, que justo acababa de quedarse sin rival político con la muerte de Pompeyo.
Pero de las batallitas de Julio y Pompeyo ya hablaremos en otra ocasión.

Lo importante es que Cleopatra se cameló aquí al “dictador” de Roma.

Apunte importante, en aquella época, el cargo de “dictator” era otorgado a una persona que poseía el poder absoluto en caso de que la república sufriera una crisis, como una guerra. Era un cargo que no duraba más de seis meses, en el que todas las decisiones eran tomadas por la persona que ostentaba este cargo, que, además, era escogido por los senadores.
Igualico que ahora vamos.
Julio César dijo que eso que sí, que estaba muy bien, pero que lo de los seis meses le parecía poco tiempo, y se hizo dictador vitalicio, es decir a tiempo completo. Eso ya empieza a sonarme más familiar.

En fin, que Cleopatra consiguió los favores de César y algo más, un hijo, al que los alejandrinos llamaban “cariñosamente” Cesarión.
Poco después y teniendo en cuenta los problemas que había en la ciudad de Roma, Julio César se fue de Alejandría dejando a Cleopatra al mando del cotarro junto a su nuevo marido, otro hermano suyo, también llamado Ptolomeo, pero esta vez de 10 años de edad, enternecedor.


Cleopatra pidiendo favores a pecho descubierto

Cleopatra siguió mandando y mandando hasta que apareció el hombre que le daría los mejores años de su vida y que la llevaría a la muerte, Marco Antonio.
El nombre de Marco Antonio siempre me ha gustado, suena como muy potente.
No me extenderé demasiado en la historia de Marco Antonio y Cleopatra, pero en muchos escritos se afirma que fue un amor de película americana.
Marco Antonio era un general que había luchado a las órdenes de César y que había conseguido puestos en el senado gracias a la intervención de el mismo. Cuando César fue asesinado, persiguió a los asesinos junto a Octavio (el futuro emperador Augusto) y Lépido, otro general a las órdenes de César.
Los tres formaron un triunvirato, en plan tripartit y se repartieron las tierras de Roma.
A Marco Antonio le tocó oriente, Egipto incluido, y allí que se fue cuando se dio cuenta que la República no estaba muy de acuerdo con esto del tripartit para pedir ayuda a la soberana, ejércitos sobretodo.
Cleopatra no se fiaba ni un pelo, pero accedió a encontrarse con Marco Antonio en su barco para hablar de negocios. De negocios se habló, durante cuatro días con sus cuatro noches, con todo lo que eso conllevaba.
Finalmente se llegó a un acuerdo, Cleopatra prestaría ayuda militar al triunvirato a cambio de que Marco Antonio matara a su hermana, que no paraba de querer usurparle el poder y así se hizo. Los dioses los crían y ellos se juntan.
Marco Antonio y Cleopatra se enamoraron perdidamente hasta el punto de que el gobernante rechazó a su esposa Octavia (hermana de Octavio, su supuesto coleguilla de triunvirato).


Cleopatra y Marco Antonio en la serie "Roma"

Teniendo en cuenta que tanto Octavio como Marco Antonio buscaban el poder absoluto desde hacía tiempo, y que Lépido ya no pinchaba ni cortaba nada, lo del rechazo a Octavia desató una guerra civil bastante interesante.
Como Marco Antonio controlaba el oriente, y todo el grano venía de oriente, le cortó el grifo a Roma, y Octavio se puso manos a la obra. Pero no era tan fácil. El pueblo quería mucho más a Marco Antonio que a Octavio. Sí amigos, el pueblo importaba, bueno, importaba tanto como ahora, la opinión pública se lleva estilando desde antes de Cristo.
Pero Octavio tenía recursos para todo, hizo creer al pueblo que Marco Antonio estaba hechizado por la bruja egipcia Cleopatra, una extranjera que sólo le proporcionaba placeres mundanos y egoístas. Y el pueblo le creyó. El pueblo también ha sido pueblo desde antes de Cristo.
Con el personal de su lado, Octavio marchó con sus flotas hasta las cosas de Accio, donde luchó contra el ejercito de Cleopatra y Marco Antonio.
Cleopatra, cobarde como ella sola, huyó con su barco cuando vio que las cosas se empezaban a poner complicadas, y Marco Antonio la siguió, dejando a su ejército sin comandante, y condenándolos a la derrota.


 Batalla del Accio, el barco de la izquierda es el de Cleopatra, a todo correr. 

Los amantes se encontraros asediados en el palacio de Cleopatra y allí se abandonaron a todo tipo de placeres, orgías, borracheras y demás. Pero su tiempo llegaba a su fin, porque Octavio ya había amenazado con asediar el palacio si no se entregaban.
En secreto, y para agilizar el tema de la rendición, Octavio le propuso un acuerdo a Cleopatra mediante a un mensajero: Si ella conseguía que Marco Antonio se entregara, ella y los hijos que había tenido con Marco Antonio no sufrirían ningún daño.
Y Cleopatra, además de cobarde, ruin, le hizo creer a Marco Antonio que se había suicidado. Imagínense el drama, el gobernador no tardó en dejarse caer sobre su propia espada, algo que se estilaba mucho en aquella época. Parece ser que estaba de moda o algo.
Tras la muerte de Antonio, Cleopatra se entrevistó con Octavio, pero con éste no tuvo tanta suerte como con los otros dos. Octavio era un hombre frío y calculador, insensible a los encantos de la soberana y centrado únicamente en la política y la victoria. La invitó a venir a Roma y en ése momento la hija del dios Sol se dio cuenta que su destino era el de ser exhibida encadenada como un trofeo ante la plebe de Roma en el desfile de la victoria de Octavio.
Yo imagino que también debió sentirse algo culpable por haber engañado a su amante y haberlo conducido a la muerte. Sinceramente.
Pidió a sus esclavas que le trajeran una cesta con fruta y que metieran un áspid dentro, una serpiente terriblemente venenosa y que era usada para suicidarse de una forma algo más exótica que la romana, algo en plan oriental.
Hay que reconocer que murió con estilo, porque según parece, se colocó la serpiente en el pecho para que la mordiera, así que debió ser sensual a la vez que siniestro encontrarse a la reina muerta con un pecho al descubierto.



Muerte de Cleopatra

Cleopatra fue enterrada junto a Marco Antonio, pero la tumba aún no ha sido encontrada, así que ya saben, si no tienen nada que hacer este verano, vayan a darse una vueltecita por Egipto y quizá entren en los anales de la historia.

Respecto a los mitos de Cleopatra, sí, es cierto que se bañaba en leche de burra, que era muy bajita, que condenaba a los traidores a morir devorados por cocodrilos y que su barco tenía remos de plata.
También es cierto que se rodeaba de lujos ostentosos y incomprensibles, que derrochaba mientras su pueblo pasaba hambre y que se han encontrado imágenes donde aparece vestida de hombre.
Lo que recuerdo con más cariño, si me permiten la mención, es el cómic de “Astérix y Cleopatra”, en el que Panoramix el druida, recordando a Cleopatra, siempre decía la coletilla “¡Qué nariz!”.


Panoramix sonrojado, toda una rareza...

No es de extrañar, ya que monedas acuñadas con la efigie de la reina revelan que seguramente fue antepasado de una conocida actriz española con un hocico de aquí te espero, ahí es nada.


Sí lectores, ESTA es Cleopatra...

2 comentarios:

  1. ¡Vaya culebrón! Hay que ver, cómo ha cambiado el mundo, y lo poco que ha cambiado la inteligencia del "pueblo" llano...
    Muy buen artículo Bea, enhorabuena!

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  2. Gracias, se agradece de veras :)

    Culebrón..uhmm...¿Conoces las idas y venidas de una a los que los contemporáneos llaman "la princesa del pueblo"?

    Entre la realeza y el pueblo anda la cosa...

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